domingo, 4 de noviembre de 2012

Queriendo ser feliz...


 
Hace años, cuando era estudiante de Educación Social, entendí que la Declaración  Universal de los Derechos Humanos de 1948 era una utopía; pues el listado de derechos de la declaración se quedaba en meras oraciones escritas sobre un trozo de papel.  A mi parecer, el Estado se encargaba de reconocer una serie de derechos que le eran propios al hombre, por el mero hecho de ser un ser humano, creando una serie de deberes que limitaban la plena ejecución de dichas libertades.

Uno, ya adulto, va creciendo inserto en una sociedad donde los derechos de las personas quedan en un segundo plano, pues la filosofía de esta sociedad se basa en sobrevivir uno a costa de otros; y se da cuenta de las injusticias sociales que existen; sobre todo las que afectan a poblaciones de riesgo como pueden ser los menores.

Muchos niños/as viven en ambientes depravados en riesgo de exclusión, con situaciones  familiares, sociales y económicas muy carentes; condiciones que dejan secuelas en los menores a largo plazo. A muchas de estas situaciones los servicios sociales consiguen dar respuesta utilizando recursos como los centros de menores, centros de día, etc; donde se pretende enmendar y solventar las carencias acontecidas en el núcleo familiar. Estas carencias pueden ir desde la incapacidad para alimentar hasta la falta de afecto y respeto por sus hijos.

Las características de los menores que ingresan a diario en centros pueden ser muy variadas, cada historia acostumbra a ser un drama y, por lo tanto, una injustica a simple vista; pues una vez más los Derechos Humanos son inalcanzables para muchos, en este caso los Derechos del Niño. Por esta razón, es comprensible que las circunstancias que a este tipo de población le ha tocado vivir y padecer suelen justificar, en la mayoría de los casos, la conducta y personalidad de los sujetos.

Los centros en los que ingresan deben crear un proyecto educativo individualizado, el cuál debe estar compuesto por contenidos y acciones que consigan, o por lo menos lo intenten, dar respuesta a las necesidades que estos sujetos requieren y que les corresponde por el simple hecho de ser niños/as. He aquí la esencia de esta primera entrada del blog, en la cual os presento un Proyecto Educativo de Centro como modelo a seguir en la acción socioeducativa con menores es riesgo:” ¡Quiero ser feliz!”, es el proyecto educativo de la Granja-Escuela de Villar del Arzobispo, en Valencia.
 
 En este libro se refleja cuál es la finalidad que persigue este centro en la labor educativa con menores: buscar la felicidad de los menores, a través de un trato muy humanizado y personal, con los usuarios de los programas y entre los propios trabajadores;  trabajando la cotidianeidad, mediante el día a día; transmitiendo y respirando un ambiente de afectividad y responsabilidad.

Hace un año tuve la oportunidad de oír en una conferencia al director del centro, y fue increíble escuchar hablar del libro con tanta confianza en lo que decía; pues este libro no se queda en mera palabrería, sino que es el día a día, afortunadamente, de muchos de los jóvenes que están en ese, y otros muchos centros. Muchos de nuestros compañeros de profesión, ahora o en un futuro, tienen la suerte de participar en un clima y metodología de trabajo envidiable.
 Os invito a que le echéis un ojo si estáis interesados, pues es un libro muy cercano que invita a reflexionar.  ¡A continuación os dejo el enlace para que le echéis un ojo!


2 comentarios:

  1. Me parece muy interesante tu blog.¡Y muy alegre!

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  2. Hola Rocío. Me alegro mucho de que se haga alusión a los Derechos del Niño en una entrada del blog. Pero más me alegro de que exista un blog dedicado a los menores en riesgo de exclusión Social. Deberían existir más centros donde acoger a esos jóvenes, porque en caso contrario corren el peligro de convertirse en delincuentes y eso sí que es un paso atrás para la Declaración de los Derechos del Niño, que aunque es una Utopía debemos de luchar para que se cumpla.
    Muchos saludos.

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